Dos noches en el limbo pop de Isla Cristina
ANTONIO FRAGUAS Isla Cristina 9 SEP 2012 - 05:48 CET
El Santa Teresa South Pop se consolida en su quinta edición como una cita fetiche para los gourmets de los festivales
Tal y como reza su canción ‘Toro’, la banda navarra El columpio asesinodecidió poco antes de las tres de la madrugada del domingo (hora peninsular española) hacernos bailar toda la noche. Era el penúltimo fiestón de la quinta edición del festival Santa Teresa South Pop Isla Cristina (Huelva) y el grupo navarro tenía el honor de cerrar esta cita para gourmets de los festivales. 48 horas de hedonismo junto al Atlántico en forma de hotel de cuatro estrellas, playa, piscina y un parque municipal de verdes praderas lleno con más de mil almas dispuestas a disfrutar de 12 bandas internacionales que cultivan ese vago género llamado pop.
Los navarros, ya habituales de los festivales de este escabroso verano del 2012, volvieron a mostrar la incomensurable distancia que reina entre la versión grabada de su álbum ‘Diamantes’ y esa suerte de ensalmo que obran sobre el escenario con la ayuda de dos Fender Telecaster.
Consiguen poner en trance a cualquiera que se aventure en un universo cargado a partes iguales de crápula y calidad. Su actuación cerraba dos jornadas de las que los algo más de mil asistentes recordarán la familiaridad casi hogareña de Nosoträsh, con himnos a los tormentos cotidianos como ‘Arte’. El respetable lo coreó en son de reencuentro con las gijonesas, que este año han decidido reproducir en vivo sus 'Popemas’, de 2002.
Tras ellas, el folk energético del dúo sueco Friska Viljor había ofrecido a la parroquia unas cuantas dosis de una filosofía vital labrada en el desencuentro amoroso, una tesis que encuentra en temas como ‘Arpeggio’ su razón de ser. El tono meloso ya venía impuesto por los austriacos Francis International Airport un grupo que, al contrario que El columpio asesino, sale ganando en versión grabada (y eso que a media tarde habían conseguido un lleno reservado a los noctámbulos y, además, habían logrado descuajeringar la batería a base de zurra).
La noche del viernes, y quizá el festival entero, fue sin embargo para la banda danesa WhoMadeWho; un trío formado por auténticos animales de escenario (bajo, guitarra y batería) que lograron abducir al público y levarlo dócilmente hacia los territorios de algo a medio camino entre la música disco, el funk y el rock. Inverosímil pero convincente ese ‘groove’ escandinavo de bombo-caja-bombo-caja sobre el que el batería Tomas Bradford no pudo si no confesar entre bambalinas: “por dentro soy negro”.
La saludable farra de WhoMadeWho vino precedida por el hoy dúo (antes trío) Herman Dune. Encumbrados hace años por la sintonía de un anuncio de cerveza, su revisitación del folk no llegó a galvanizar a la gente. Todo lo contrario que el dúo sueco The Sound Of Arrows. Venían de tocar en Madrid y marchaban a hacerlo en Murcia. Con temas extraídos de su álbum ‘Voyage’ (2011) como ‘Nova’ o ‘Magic’ sí lograron que el público bebiera con gusto de su brebaje de Pet Shop Boys pasado por Modern Talking y Vangelis (sirva de muestra ese aire disco reggae del tema ‘Conquest’). Impagable su versión de ‘Power of love’ de Jennifer Rush pero, eso sí, merece la pena que revisen esa forma tan brusca de terminar las canciones, interrumpiendo las bases pregrabadas sin ton ni son.
Antes de ellos los irlandeses Delorentos habían ofrecido un recital extenuante pero valioso. Su tema ‘Secret’ (del álbum ‘Little Sparks’, 2012) logró conquistar al nutrido público infantil que todavía abundaba a primera hora del viernes. No en vano este es un festival de cuño familiar y, por tanto, relajado. Una cita singular que desde hace cinco años deja en Isla Cristina (20.000 habitantes) una buen ración de pop… y de euros.
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